Indignado, ma non troppo.


Es, cuanto menos, esperanzador que la juventud se movilice por inconformismo. Es, cuanto menos, aleccionador que lo haga de manera pacífica. Y es, cuanto menos, vivificante que de esa movilización salgan propuestas, más o menos realistas, más o menos utópicas, más o menos ingenuas. ¡Viva mayo del once, deja vu del sesenta y ocho! Uno me pilló muy joven y el otro me atropella ya caduco y trasnochado. Debe ser mi sino rondar cien años y nunca llegar a tiempo.

Mi natural escéptico tintado de cínico, no obstante, me hace mirar con desconfianza cualquier movimiento ¿espontáneo? de masas, y casi siempre me pregunto quien estará detrás. El sistema suele estabilizarse mediante terremotos, que dejan todo patas arriba, pero que a la larga, con un poco de hormigón y de pintura, vuelve a quedar todo como estaba, pero más bonito y reforzado. Con el peligro, añadido, de que algún gurú populista y acomplejado, con bigote corto o con gomina brillante, nos anuncie el fin del mundo y nos brinde su intermediación para la salvación eterna, y no hablo de religión, o al menos, no sólo de religión. Intermediación que suele ser obligatoria y fuera de la cual, no sólo no hay salvación eterna, sino que ni siquiera hay salvación.

Sigo con despegado e irregular interés este indignado movimiento. Hace tiempo que sólo me adhiero inquebrantablemente a mi Sevilla F.C. y mi dios es Kanoute y Jesús (Navas) su profeta. Pero espero y deseo, que algo salga de aquí, sino un nuevo y diferente paisaje, que sería mucho pedir, sí al menos un paisaje más variado, donde el verde sea más verde, el asfalto más seguro y los edificios más accesibles. Que si llueve, los paraguas nos cubran a todos y si hace sol, todos tengamos nuestro cachito de playa. Quizás no debiera importar demasiado que haya hamacas para todos o no.

Es gracia que espero obtener de V.I.* cuya vida guarde Dios muchos años. ¡Qué remedio!

 

 

* Ilustrísimo Señor Capital.

Deja un comentario