Desubicación


Todos se quedaron con cara de asombro. No podían creerlo. Luis le había devuelto la bofetada a Paqui dejando en su mejilla, blanca y fina, una estela rojiza. La primera sorprendida lógicamente fue Paqui. No esperaba en absoluto la reacción. De ahí que le hubiera cogido la cara de lleno.

– ¡Cobarde! – Le imprecó. – A una mujer no se le pega. – Continuó medio lloriqueando

Ahora le tocó el turno a Luis de sorprenderse.

– Tú no eres una mujer. – Argumentó, no exento de lógica. Paqui tenía trece años y el apenas había cumplido los once.

– Tío, a una chica no se le pega, eso es de cobardes. – Corroboró su amigo Roberto.

– ¡Pero chacho, si es la Paqui! – Decía Luis cada vez más sorprendido por la actitud de la pandilla y por los lloriqueos de la Paqui.

Luis no dejaba de dar vueltas a su cabeza. Sus amigos se habían pasado la vida burlándose de él porque Paqui le vapuleaba a modo constantemente. En vano intentaba justificarse argumentando que la Paqui era mayor que él, más grande y más fuerte, de hecho le sacaba una cabeza y casi treinta kilos. Pero los amigos no hacían caso a este argumento, y le decían que como podía dejarse pegar por una niña, que era un cobarde y una vergüenza para los de su sexo. Y ahora, que le había plantado cara y devuelto la bofetada que previamente ella le había dado, ahora, que tenía a la Paqui allí llorando delante de él, ahora, resultaba que volvía a ser un cobarde, que los hombres no actuaban así ante las mujeres, que volvía a ser una vergüenza para los de su sexo. Definitivamente Luis no terminaba de encontrar su lugar en el mundo.

¡Qué digo el mundo!  ¡Ni siqueira en su pandilla!

Deja un comentario